Meseta |
Las mesetas son formaciones montañosas que terminan en una superficie plana o semiplana, y que se encuentran a más de 500 metros sobre el nivel del mar. Las mesetas se pueden formar por tres procesos principales: por erosión, por convergencia de las placas tectónicas o por emersión de una meseta submarina. Algunas características de las mesetas son: sus lados suelen ser verticales o casi verticales, su clima depende de la altitud pero generalmente es seco y árido, su flora y fauna son escasas o muy particulares según el ecosistema, y pueden servir para la agricultura, el pastoreo o el asentamiento humano
Existen varios tipos de mesetas según su origen, forma y ubicación. Algunos de los tipos más comunes son:
Mesetas volcánicas: se forman por la actividad volcánica que eleva una superficie plana o por el emergimiento de una meseta submarina. Un ejemplo es la meseta del Columbia en Estados Unidos.
Mesetas tectónicas: se forman por el levantamiento de una serie de estratos horizontales debido a la convergencia de las placas tectónicas. Un ejemplo es el altiplano del Tíbet.
Mesetas erosivas: se forman por la erosión de los agentes externos que desgastan la superficie menos resistente y dejan una superficie elevada y plana. Un ejemplo es la meseta del Colorado en Estados Unidos.
Mesetas intramontañas: se forman en conjunto con las montañas y están rodeadas de ellas. Un ejemplo es el altiplano etíope.
Mesetas de piamonte: se encuentran ubicadas entre las montañas y los océanos y suelen tener un lado con una pendiente pronunciada. Un ejemplo es la meseta patagónica en Argentina.
Mesetas abovedadas: se forman por el doblamiento y la falla de una gran cúpula de la corteza terrestre. Un ejemplo es la meseta de Ozark en Estados Unidos
Las mesetas pueden sufrir diversos problemas ambientales según su ubicación, clima y uso humano.
Algunos de los problemas más frecuentes son:
La desertificación: se produce por la pérdida de la cubierta vegetal y la degradación del suelo debido al sobrepastoreo, la tala indiscriminada, la erosión hídrica y eólica y el cambio climático. La desertificación reduce la capacidad de las mesetas para sostener la vida y los servicios ecosistémicos. Un ejemplo es la meseta patagónica en Argentina.
La contaminación: se produce por el vertido de residuos industriales, agrícolas y urbanos que afectan la calidad del aire, el agua y el suelo. La contaminación puede tener efectos nocivos para la salud humana y la biodiversidad. Un ejemplo es la meseta del Ruhr en Alemania.
El cambio climático: se produce por el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero que alteran el equilibrio térmico del planeta. El cambio climático puede provocar cambios en las precipitaciones, las temperaturas, los glaciares y el permafrost de las mesetas, afectando el ciclo hidrológico, la disponibilidad de agua y los medios de vida de las poblaciones locales. Un ejemplo es la meseta del Tíbet
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